miércoles, 17 de agosto de 2011

Koh Phi Phi

Apuramos nuestras últimas horas en esta fabulosa isla conservando todavía en la retina las imágenes y vivencias de la última semana. Después de una primera impresión un poco desalentadora, a las pocas horas empiezas a descubrir los encantos de este lugar, y al cabo de una semana acabas sin remedio completamente enamorado de este pequeño archipiélago.


La frondosa vegetación, las playas de postal, el ritmo alegre, pausado y tolerante de la población local, los combates de boxeo tailandés o las alocadas noches en la playa, todo el mundo encuentra un motivo para no querer marcharse de aquí.

Pero sin duda, el tesoro mejor guardado de las Phi Phi se encuentra bajo la superficie del agua. Han sido en total nueve inmersiones, con una nocturna, y si, Lola tenía razón: ¡Dios existe! Aunque ella se ha perdido alguna por la heridas en la rodilla...

La temperatura del agua no suele bajar de los treinta grados, la visibilidad algún día ha sido superior a los cuarenta metros y el equipo de Princess Divers fantástico.


Miles de peces de todos las formas, tamaños y colores inimaginables, enormes tortugas, corales, morenas, serpientes, barracudas de metro y medio, sepias, rayas, anémonas, tiburones de arrecife...



Espectaculares las inmersiones de mar abierto en Hin Daeng, canal de paso y limpieza, del gigantesco tiburón ballena y de las mantas gigantes que por desgracia, no se han dejado ver, pero aún así, fascinante ver a los atunes persiguiendo enormes bancos de peces, meros de metro y medio o grandes bancos de barracudas que se pierden en la inmensidad del azul...

Para los intervalos en superficie el barco acostumbra a parar en Maya Bay, la famosa bahía de "La Playa", la película interpretada por Leonardo Di Caprio, dando lugar a divertidas reuniones en cubierta donde  las diversas nacionalidades intentamos comentar la inmersión y preparar la siguiente. En fin, el sueño de cualquier buceador.

Las tardes son para tomar una cerveza tumbado en una hamaca rememorando las maravillas de este Parque Nacional Marítimo y acabar por arreglar el mundo con cualquiera de las personas que hemos conocido estos días.


Los restaurantes, los centros de masaje, los puestos de comida, los tatuadores... cierran tarde, y a partir de las doce se animan los locales de copas, la música se apaga a las dos y media, pero en la playa sigue la fiesta hasta el amanecer.

Dejamos atrás con pesar este maravilloso rincón del planeta sin el menor rastro del escepticismo de las primeras horas. Sí que hay cosas que deben mejorar, principalmente en temas de concienciación y educación medioambiental y gestión del territorio, pero aún así, dudo que se pueda imaginar un lugar más paradisíaco que éste.


Hacemos noche en Ao Nang y volvemos mañana hacia Bangkok.

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